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Marek Holecek y Radoslav Groh ironizan: Katmandú es peor que el Baruntse

Ya en su hotel de Katmandú, demuestran no haber perdido su sentido del humor al narrar lo acontecido en el Hospital tras ser evacuados del campo base del Baruntse.

Marek Holecek y Radoslav Groh, en su hotel de Katmandú. Foto: FB Marek Holecek
Marek Holecek y Radoslav Groh, en su hotel de Katmandú. Foto: FB Marek Holecek
Desde luego, si algo no les falta a Marek Holecek y Radoslav Gohr es espíritu y sentido del humor: “Toda la escalada no fue nada si lo comparamos con el regreso a Katmandú. Aquí ha empezado la verdadera lotería por la supervivencia”, afirma Holecek antes de explicar de forma descharrante su paso por el hospital al que fueron trasladados desde el campo base del Baruntse, tras conseguir escapar de la trampa en la que se encontraban a 7.000m, retenidos por el ciclón Yass.

“Lo primero que hicieron al aterrizar en Katmandú fue llevarnos al hospital internacional. Un procedimiento del que no puedes escapar”. Allí fue en donde empezaron las pruebas: “Me extrajeron 3 veces sangre, así que me desangraron con regularidad. Después vinieron los rayos X y llegaron a la conclusión de que necesitaba oxígeno urgentemente, además de unas 1.000 pastillas de todo tipo”.

La visión de tanta medicación le hice plantearse un cambio de vida: “Podría haberme convertido inmediatamente en un traficante de drogas, pero las rechacé. Como también rechacé todo lo demás, llegaron a la conclusión de que no era normal, y de que, con toda seguridad, estaba a punto de morir”.

A pesar de los funestos vaticinios, pidió su traslado al hotel, adonde fue llevado con una ambulancia “a través de la ciudad desierta”. Una vez allí, y ya juntos, Holecek y Gohr decidieron mostrar sus cuerpos tras haber perdido una enorme cantidad de peso y quedarse en las últimas. Y por supuesto, lo han hecho siguiendo con su sentido del humor: posando como culturistas.

Por continuar con la guasa, Holecek, al comentar que su verdadero problema, en estos momentos, es que no hay vuelos de vuelta a casa, afirma con rotundidad: “tendremos que andar”.

Tampoco falta la ironía en el bautizo de la vía abierta: han decidido llamarla “Heavenly Trap”, Trampa Celestial. Una trampa de la que consiguieron escapar en el último momento, cuando ya no quedaban muchas más opciones.

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