La historia del empleo de la maza en la escalada está totalmente vinculada a la evolución del montañismo. En el año 1786 el Dr. Gabriel Paccard y su guía Jacques Balmat llegan a la cima del Mont Blanc, la cumbre europea por excelencia. Durante los años posteriores a tal ascensión los ingleses acudieron masivamente a los Alpes con el fin de alcanzar sus cimas mas predominantes mediante la ayuda de guías nativos de la zona. En principio fueron los corredores y aristas las líneas mas naturales empleadas para alcanzar la cima. Con el paso de los años y la aparición de los clavos, la maza y la cuerda los objetivos alpinísticos cambiaron de terreno de juego. Tal equipo proporcionó la seguridad suficiente para afrontar paredes y espolones de roca hasta entonces considerados retos inaccesibles. Hasta principios del siglo XX la protección se realizaba mediante el empleo de largas clavijas de hierro y de tacos de madera. En los años cuarenta y cincuenta el material evolucionó notablemente. En Europa los clavos se empezaron a manufacturar en aleaciones de acero dulce, fáciles de moldear dentro de una fisura. Pitones blandos que se adaptan perfectamente a la morfología interior de la fisura. Muy aptos para emplear en zonas históricas como fueron las Dolomitas y otras paredes clásicas de roca arenisca. El inconveniente de tales clavos es que tal adaptación en el interior de la fisura va a provocar un inconveniente a la hora de extraerlo de ella. El clavo se halla retorcido y doblado dentro de la grieta, dificultando de gran manera su extracción. En rocas graníticas el clavo blando se doblará más, debido a la dureza de la roca, debilitando la resistencia del clavo y dificultando nuevamente su extracción. En la foto1 observamos unos ejemplos de clavos, mosquetón, cuerda y maza antiguos.
John Salathé era un herrero suizo que emigró a California y empezó a escalar a la edad de 46 años. Yvon Chouinard le llamaría “el padre de la escalada en grandes paredes”. Salathé pronto comprobó que los clavos de acero blando representaban un problema grande en la roca granítica del valle de Yosemite. Los clavos se retorcían demasiado dentro de la grieta y en muchas ocasiones era necesario abandonarlos debido a la extensiva dificultad y tiempo consumido durante el proceso de extracción. Con tal motivo, y haciendo uso de ejes industriales de acero, Salathé se dedicó a manufacturar los primeros clavos de acero duro del mundo: los famosos y todavía en gran uso LOST ARROW. Con tales clavos era entonces posible progresar y proteger grietas finas sin tener que para ello emplazar buriles. Tal invención revolucionó de gran manera la escalada tanto en libre como en artificial pues ahora los escaladores no necesitaban transportar toneladas de clavos y podían escalar un tanto mas “ligeros”. A principios de los años cincuenta el escalador californiano Chuck Wilts inventaría el clavo fino de cuchilla KNIFE-BLADE, empleando para ello por primera vez acero cromo molibdeno. Al tiempo que la escalada llegó a los Estados Unidos la mayoría de las caras nortes y principales paredes de Europa ya habían sido ascendidas. Sin embargo ahora los protagonistas en la escalada artificial y de grandes paredes serian los escaladores americanos, y en concreto aquellos establecidos en el valle del Yosemite.
A finales de los años 50 y a principios de los 60 se escalarían vías de gran envergadura como El Nose, Salathé o el North American Wall en el Capitán, empleando para ello gran diversidad de clavos y tacos de madera. Paralelamente en Europa hasta tal fecha se abrieron prácticamente todos aquellos itinerarios lógicos o “grandes problemas alpinísticos”. Debido a ello, las paredes rocosas de las Dolomitas recibieron una gran atención, realizándose ascensiones muy difíciles para la fecha empleando para ello los clavos y los estribos.
Otra vez mas un escalador americano revolucionaria nuevamente el mundo de la escalada en roca. Yvon Chouinard al igual que previamente hizo John Salathé, inventaría un nuevo clavo, el RURP. Un pequeño clavo fino como una cuchilla de afeitar y que se podía emplazar en cualquier grieta por muy fina que fuera. Tal invención igualmente ayudó a prescindir del empleo de buriles en esas grietas tan finas. Chouinard posteriormente también inventaría los primeros empotradores hexcéntricos, material que en la larga ayudó a sustituir a los clavos y realizar por lo tanto una escalada mas rápida y limpia.
Hasta entonces la maza, los clavos y los estribos representan el arsenal más importante del escalador. La escalada artificial es el sistema predominante a la hora de resolver prácticamente cualquier itinerario de pared. Desde las verticales paredes de roca caliza del Naranjo de Bulnes hasta las intrincadas y fisuradas paredes graníticas del Capitán, los clavos proporcionaron al escalador la ayuda necesaria para finalizar las rutas de ascensión. Tanto a la hora de progresar sobre los estribos como durante el aseguramiento de cuerda al compañero, la maza era necesaria para poder instalar los clavos en la fisura. No cabe duda que en paredes lisas carentes de fisura el buril reemplazó al clavo a la hora de progresar o de proteger el largo, al igual que hoy en dia los tornillos de expansión ayudan a proteger esos largos carentes de fisura y por lo tanto ajenos al empleo de sistemas de expansión por levas (friends) o fisureros.
En el año 1978 el escalador americano Ray Jardine dio un gran salto en la historia de la escalada gracias a la invención de lo que supondría la evolución en el mundo vertical: los FRIENDS. Apalancado en una camioneta taller en el valle de Yosemite, Jardine, un estudiante de ingeniería, se dedicó a confeccionar friends a encargo para sus amigos. Poco a poco, la popularidad de tales aparatos empezó a extenderse por el valle hasta el punto de cambiar el curso de la escalada en pared. Con los friends los escaladores podían proteger fisuras con mayor rapidez y comodidad que empleando la maza y los clavos, no solo durante la escalada artificial sino también durante la escalada en libre. Los friends ayudaron a tal evolución y paso transcendente de la escalada artificial a la escalada en libre. A partir de entonces vías en artificial empezaron a forzarse en libre, y durante el paso de los años ochenta, la escalada en libre totalmente evolucionó. La escalada artificial continuó su camino, sobre todo en vías de grandes paredes o de carácter alpino, empleando ahora los friends y dejando un poco de lado la maza y los clavos. Con el paso de los años y la mentalidad “verde” de escalar sin dañar la roca, otros materiales aparecen en el mercado, ayudando al escalador a progresar de una manera mas “limpia” por la pared. Los microfisureros, microfriends, Ball-Nutz, Offsets y otros artilugios empezaron a sustituir los clavos por un sistema de progresión y de protección mas limpio y rápido de instalar en la roca.
Hoy por hoy la maza y los clavos todavía se emplean durante la escalada artificial, aunque de manera reducida. Muchas vías de pared todavía requieren del uso de los clavos para poder progresar a pesar del avance en los materiales de escalada. Al mismo tiempo, durante la apertura de nuevos itinerarios siempre es conveniente emplear el martillo, los clavos y buriles para facilitar los anclajes, sobre todo durante las maniobras de montaje de reuniones de rapel. No cabe duda que los clavos dañan la roca y producen cicatrices en esta que son permanentes. Por otro lado, tal aumento de cicatrices en fisuras ha ayudado a progresar actualmente en vías clásicas de pared simplemente empleando aparatos de escalada limpia (microfriends o microfisureros), en los agujeros de antiguos clavos. En muchas de estas vías podemos progresar simplemente colocando los clavos en tales agujeros sin el empleo del martillo, a modo de uñas de progresión encajadas en la fisura. Es una cuestión de principios éticos y de una escalada mas ecológica y de gran auge en la actualidad. No sin recordar el peso que nos ahorramos en el arnés dejando los clavos y el martillo en casa.
A la hora de colocar buriles o tornillos en la pared no nos queda mas remedio que emplear el martillo para su instalación. Lo mismo ocurre cuando emplazamos plomos, copperheads o simplemente realizamos un agujero con el taladro para colocar una uña en él. El martillo todavía está al alcance de la mano.
Para uno que se ha criado en la era del martillo es difícil de olvidar la confianza que produce un clavo bien colocado en la pared, el sonido y “canto” durante su instalación y el olor de la roca quemada. Muchos años bajo su sombra y seguridad. No obstante los tiempos cambian y la evolución continua su camino. Hasta donde, es impredecible.
El martillo
Si vamos a colocar clavos hemos de hacernos con un buen martillo. La elección de un buen martillo es primordial durante esos momentos de duro golpeteo. Después de varias horas de emplear el martillo nuestras muñecas y nuestros brazos notaran el esfuerzo. Las mazas de escalada las disponemos en tres materiales diferentes: las compuestas de un mango de madera, de un mango de metal y de un mango de fibra de vidrio. Las mazas de mango de madera son mis favoritas debido a la buena absorción que ellas disponen de la fuerza de impacto, evitando con ello vibraciones. El inconveniente con respecto a los otros martillos es que la madera se puede romper mas fácilmente que el metal o plástico. Los martillos de mango de nogal son las preferidas entre los escaladores de grandes paredes. No obstante, y al margen del tipo de maza, un buen martillo ha de disponer de una buena distribución del peso entre la cabeza y el mando con el fin de proporcionar una buena pegada. Han de disponer de una cabeza puntiaguda que facilite el emplazamiento de plomos y copperheads así como una posible limpieza de la roca. Tal cabeza ha de disponer de un agujero por el cual podamos pasar un mosquetón y que nos permita de tal manera la limpieza y extracción de clavos (que veremos posteriormente). Por otro lado el mango ha también de disponer de un pequeño agujero por el cual podamos pasar un cordino o cinta y que nos permita mantener la maza asegurada a nuestro arnés o cinta de hombro. Con el fin de evitar que la mano resbale en el mango del martillo podemos añadir a este unas vueltas de cinta de esparadrapo como si fuera una raqueta de tenis.
En la foto 2 observamos dos ejemplos de martillos de mango de madera.
Clavos
La diversidad de clavos es amplia. Cada uno de ello cumple su objetivo, dependiendo siempre de las dimensiones y profundidad de la fisura o agujero a emplear. La calidad de la roca también dictará el tipo de clavo a elegir.
- Rups y cuchillas. Las emplearemos en fisuras casi microscópicas y destinadas solamente a aguantar el peso de nuestro cuerpo durante la progresión, y no para aguantar una caída moderada. Son clavos muy valiosos durante la escalada en secciones delicadas y de envergadura.
- Knife Blade. Son mas largos y resistentes que los RUPS. Diseñados también para fisuras finas pero con la ventaja de que pueden aguantar en peso de una caída.
- Lost Arrow, clavos planos en T y clavos Universales. Diseñados todos ellos para emplazar en fisuras pequeñas. Cualquiera de ellos nos puede ser útil, tanto en fisuras verticales como horizontales. La ventaja de los clavos universales reside en que el ojal es angulado, con el fin de permitir el mosquetoneo si preocuparnos la orientación del clavo.
- Clavos en V y en U. Diseñados para fisuras un poco mas anchas, disponiendo de un gran abanico de tallas y de dimensiones. Los clavos en V recortados son muy útiles cuando nos enfrentamos a antiguas cicatrices de clavos o de agujeros de poca profundidad. Hoy en día son empleados en numerosas vías clásicas (el Shield, en el Capitán, por ejemplo), en la que el clavo sin recortar no quedaría bien.
- Bongs. Los destinaremos para fisuras o agujeros de grandes dimensiones. Son de aluminio y disponen de varios agujeros con el fin de aligerar peso. Suelen ser necesarios durante la apertura o repetición de de una via de envergadura, si bien algunos de ellos pueden ser reemplazados por artilugios de escalada limpia. Los Bongs, por ejemplo, suelen ser muy útiles en agujeros de rocas blandas, tipo arenisca, conglomerado o caliza rota.
En la foto 3 observamos un ejemplo variado de clavos de roca.
Arriba a la izquierda y hacia abajo 2 clavos en V recortados, 2 clavos
en V, un clavo antiguo con argolla, un clavo plano en T y dos
clavos universales. Arriba a la derecha y hacia abajo: dos bongs,
un lost arrow, un juego de cuchillas variadas y rups.
Colocación de clavos
El proceso a seguir durante la instalación de clavos es el siguiente:
- Primeramente visualizamos el lugar en el cual pretendemos colocar el clavo, eligiendo el apropiado de los disponibles en el arnés. Un emplazamiento puede acoger diversos tipos de clavos por lo cual es interesante escoger el que mejor se adapte a la fisura o agujero y reservar los otros para posteriores acciones.
- Si es necesario limpiaremos la piedra suelta, hierba o mogotes que rodeen al emplazamiento y que puedan alterar la perfecta instalación del clavo. El clavo a emplear ha de introducirse aproximadamente un 75 por ciento de su longitud en la fisura con la mano, para a continuación completar su instalación a base de golpes de martillo. Si el clavo lo introducimos desde el principio a martillazos corremos el peligro de que éste no penetra mas de la mitad de su longitud, que se doble o fracture o que incluso rompa la roca.
- El clavo lo sujetamos con un par de dedos mientras lo golpeamos con el martillo. Una buena idea es unir el clavo a nuestro arnés mediante el empleo de un mosquetón viejo y un cordino largo, con el fin de prevenir la pérdida del clavo en caso de un golpe mal dado, sobre todo en techos y desplomes. El mosquetón ha de ser viejo con el fin de no preocuparnos el poder darle golpes con el martillo.
- Antes de introducir el clavo hemos de comprobar que el ojal está orientado perfectamente y alejado de posibles palancas negativas que puedan afectar su seguridad. Al final el clavo ha de descansar con el ojal en la pared.
En la foto 4 observamos el clavo de arriba introducido con un
ángulo positivo, el del medio con un ángulo neutro y el de abajo
con un ángulo negativo.
El clavo lo introduciremos prácticamente perpendicular a la pared
al margen de la inclinación de ésta. En techos seguiremos el mismo
ejemplo. Cuando introducimos el clavo se dice que éste “canta” cuando
el sonido provocado por el martillo es similar a cuando llenamos una
botella de agua. El sonido se irá haciendo más agudo y metálico a cada
golpe de martillo. Esto quiere decir que el clavo está entrando bien. Si
por el contrario el sonido es sordo y apagado ello nos indicará que el
clavo se haya tocando el fondo de la fisura y que no se encuentra anclado
correctamente. Si ello es así será preciso extraerlo y sustituirlo o
introducirlo en otro lugar.
En la foto 5 observamos dos clavos colocados en una fisura
horizontal. El ojal del clavo de la izquierda reposa en la pared mejor
que el de la derecha, evitando de tal manera una palanca inadecuada.
Durante el proceso de los martillazos hemos de tener cuidado con
los trozos de metal o de piedra que volarán a nuestro alrededor, pues
es fácil que se nos puedan introducir en los ojos. Puede darse la situación
de que el clavo no penetre hasta el fondo y que nos interese aprovecharlo
como anclaje de progresión pero no de protección. En otras
ocasiones el clavo puede estar lo suficientemente clavado como para
que nos sirva para colgarnos de él. Para evitar un brazo de palanca
peligrosa hemos de anudar una cinta o cordino alrededor del vástago
del clavo y siempre lo mas cerca posible de la pared. Anudaremos el
clavo mediante el empleo de un nudo corredizo, de un nudo alondra o
de un ballestrinque. Por la cinta pasaremos el mosquetón que nos sirva
de conexión. Con el fin de evitar que el clavo se pueda perder en caso
de caída podemos colocar otra cinta auxiliar unida entre el ojal del clavo
y el mosquetón. Tal cinta ha de estar floja y nunca ejerceremos peso en
ella. Tampoco nunca nos colgaremos directamente del ojal de un clavo
que no se encuentre totalmente introducido en la roca, éste puede doblarse
y saltar. Hemos de evitar colocar clavos en fisuras acanaladas
en ángulo o justo por debajo de techos o salientes, pues de hacerlo así
nos costará mucho poder extraerlos. Es preciso dejar espacio suficiente que nos permita mover el martillo a la hora de extraer el clavo. Otra precaución
a tener en cuenta es colocar clavos en lajas sueltas o de sonido
hueco, pues de hacerlo podemos arrancar la piedra con facilidad.Tampoco
colocaremos un clavo a pocos centímetros de otro clavo dentro de
la misma fisura pues con ello provocaremos la expansión de esta con
la consiguiente caída de los dos clavos. En reuniones formadas por clavos
siempre comprobaremos el estado de estos antes de colgarnos de
ellos. En rocas graníticas existe el peligro de dilatación y comprensión
de la fisura con el cambio de temperaturas a través del dia o del día a la
noche. Esto puede provocar la extracción accidental del clavo. De ahí
la necesidad de siempre comprobar el clavo antes de colgarnos de él.
En la foto 6 observamos dos clavos en fisura vertical. El de arriba
está totalmente introducido en la grieta. El clavo de abajo no y
por lo tanto le hemos puesto una cinta azul cercana a la roca y de
la cual colgamos el mosquetón. La cinta verde es de seguridad y
permanecerá floja, sin ejercer ningún peso en ella.
Flores de clavos
Existen determinadas ocasiones en la cuales la creatividad es un
arte. Las fisuras no siempre son homogéneas, profundas o paralelas.
Otras veces habremos de introducir clavos en agujeros cóncavos y de
fisonomía irregular. En tales ocasiones es difícil encontrar un clavo o
un sistema de protección limpia adecuado para cubrir nuestras necesidades.
Para resolver tal problema podemos confeccionar una llamada
FLOR DE CLAVOS y la cual consiste en la agrupación de varios clavos
compactándolos de tal manera que puedan trabajar como si solo fueran
uno. Podemos agrupar dos, tres o mas clavos, dependiendo del tamaño
del agujero o de las dimensiones de los clavos. Por ejemplo clavos planos
con uves o clavos acanalados con uves, etc.
Primeramente clavamos uno de los clavos para a continuación ir
añadiendo los restantes a modo de cuñas. Una vez que todo el grupo
se halle sólido le pasaremos una cinta alrededor de igual manera que
vimos posteriormente cuando hablamos de clavos no introducidos hasta
el ojal, y a la cual atamos el mosquetón. Para evitar que se puedan
perder en caso de caída pasaremos otra cinta alrededor de ellos, un
poco mas floja que la anterior y que igualmente ataremos al mosquetón.
La introducción y manejo de clavos es un arte que requiere de tiempo
y paciencia con el fin de economizar tiempo y energía.
En la foto 7 observamos una flor de clavos compuesta de 3 clavos.
La cinta de estrangulamiento se encuentra cercana a la roca y
la cinta verde es la de seguridad y la cual se encuentra atada a los
tres clavos. De tal manera no los perderemos si la flor de clavos no
aguanta el peso.
Taladros
Los taladros nos ayudan a perforar la roca con el fin de colocar buriles,
chinchetas, tornillos o spits en la pared. Al mismo tiempo nos
permiten hacer pequeños agujeros en los cuales podemos colocar uñas
y ganchos con el fin de facilitar el emplazamiento. Los modelos mas
populares son el mandril de spits y la broca. El mandril de spits nos
permite colocar spits en la pared y realizar agujeros perfectos para el
uso de ganchos. Es mas recomendable para rocas blandas, caliza o
areniscas. Para realizar un agujero de uñas o gancho simplemente perforamos
hasta casi la mitad del spit, manteniendo un pequeño ángulo
de inclinación con respecto a la pared. A continuación colocamos la uña
y le damos un pequeño toque con el martillo para encajarla bien y segura
en el agujero realizado. El taladro de broca es mas recomendable en
rocas graníticas y tiene la ventaja de que podemos cambiar el tamaño
y diámetro de la broca. Este nos permite la perforación para colocar
buriles, chinchetas o tornillos variados de expansión.
En la foto 8 observamos un ejemplo variado de material de taladrar.
Arriba a la izquierda vemos un taladro de broca y a la derecha
un mandril de spits. Debajo vemos un juego variado de buriles,
chinchetas y tornillos de expansión.
En la foto 9 vemos un gancho colocado en un agujero taladrado.En la foto 10 observamos el taladro con la profundidad necesaria
para emplazar una uña.
Anclajes permanentes
Las líneas de buriles o rivets nos ayudan a progresar por secciones
planas de la pared, conectando posibles líneas de fisura. Los tornillos
de expansión (parabolts, entre otros) nos aseguran una buena reunión
o anclaje de rapel. Son anclajes mucho mas resistentes que los buriles
y chinchetas, y aguantaran mejor una gran carga, como por ejemplo la
caída del primero de cuerda. En reuniones evitaremos colocar buriles
y nos limitaremos a tornillos de expansión de buena resistencia. Claro
está, dependerá del tipo de roca el tornillo a elegir. En roca granítica
podemos emplear tornillos de diámetros menores a aquellos empleados
en caliza o arenisca.
- Buriles. Tornillos introducidos en agujeros taladrados con un burilador a golpe de martillo. No disponen de sistema de expansión, y si bien hace años eran el elemento principal de aseguramiento en reunión hoy en día los limitaremos a encadenar líneas lisas de placa.
- Rivets o chinchetas. Pequeñas piezas metálicas parecidas a los buriles pero de menor profundidad y grosor. Se colocan igual que los buriles y los utilizamos como último recurso para asegurar y progresar por una placa lisa.
- Spit. Casquillo metálico dentado, fabricado en acero de alta tenacidad y dotado de un mecanismo de expansión interior a través de una cuña. Es importante que durante su colocación realicemos un agujero de dimensiones correctas y que éste no sea mayor que el del tamaño del casquillo.
- Tornillos de expansión. Conocidos como parabolts. Disponemos de aquellos formados por una pieza con cuña incorporada (parabolt de Fixe por ejemplo) y los Ralw, formados por cinco piezas y mas recomendados para rocas blandas.
La colocación de tales materiales requiere de un consumo de tiempo
excepcional, pero a veces necesario. Cada vez que coloquemos un
buril o tornillo hemos de preguntarnos si es ello realmente necesario. El
agujero va a ser permanente.
En ocasiones nos encontraremos con algunos de estos sistemas de
anclaje carentes de placa en la cual enganchar el mosquetón. Si ello es
así podemos emplear pequeños cordinos o cintas para estrangular el
tornillo y así poder colocar el mosquetón. También son prácticos los cables
de estrangulamiento ya diseñados para tal fin. En su defecto incluso
podemos colocar un pequeño fisurero de cable a modo de plaqueta.
En la foto 8b podemos ver un buril carente de plaqueta y en
cual hemos puesto un cordino estrangulado para suplir tal defecto.
Plomos y Copperheads
Son casquillos de cobre, aluminio o plomo, prensados en los dos primeros
casos sobre el cable de acero y fundido sobre este en el caso del
plomo. Están diseñados para ser empleados en fisuras ciegas y agujeros,
así como en placas rugosas en las que no podemos colocar otro
tipo de seguro que nos ayude a progresar. La colocación de plomos nos
permite progresar sin la necesidad de taladrar agujeros en la roca. Son
populares y los podemos emplear indistintamente en rocas blandas y
duras. Los copperheads o aluminoheads requieren de pequeñas fisuras
para su emplazamiento y están limitados para rocas duras. Colocamos
la cabeza del copper o aluminohead en la fisura y a continuación la
encajamos en ella empleando para ello la punta del martillo, a base de
un golpe preciso. A continuación finalizamos el emplazamiento con un
pequeño cincel golpeando la cabeza en forma de X en varias sucesiones
hasta que esta se haya totalmente empotrada en la fisura. Algunos
microfisureros podemos empotrarlos en la fisura si ello es necesario, a
base de martillazos.
Para colocar un plomo primeramente limpiamos con la punta del
martillo el lugar del futuro emplazamiento. A continuación machacamos
el plomo extendiendo su contenido sobre la roca con la precaución de
no dañar el cable. Al final nos colgaremos siempre manteniendo el peso
en la vertical, sin balanceos hacia los lados, de igual manera que hacemos
cuando nos colgamos de un gancho.
Los circleheads se emplean de manera parecida al copperheads
pero en fisuras horizontales.
Cualquiera de estos artilugios presentan un buen seguro de progresión,
al margen de sus apariencias. Si nos encontramos con uno
de ellos fijo en la pared hemos de colgarnos con precaución, pues no
sabemos el resultado del cable. Ante la duda y posible caída podemos
extraerlo y reemplazarlo por uno nuevo.
En la foto 11 observamos un ejemplo de variado de plomos,
copperheads y circleheads. También presentamos un copperhead
y un plomo extraidos.
En la foto 12 observamos la colocación de un plomo en la roca.
Extracción de material
Extraer clavos es tan importante como colocarlos. Es necesario
practicar y perfeccionar la técnica de extracción con el fin de ahorrar
tiempo y energía. Por otro lado, una buena técnica de extracción evitará
el tener que abandonar clavos en pared. Cuando colocamos los clavos
hemos de hacerlo con la energía necesaria que no impida su extracción.
Para retirar el clavo lo haremos dándole golpes hacia arriba y hacia abajo
en fisuras verticales, y de lado a lado en fisuras horizontales con el fin
de aflojarlo. Tal maniobra agrandará la fisura. Para posibilitar el empleo
de microfisureros en posteriores escaladas podemos golpear el clavo
con más energía hacia arriba que hacia abajo.Tal maniobra creará una
cicatriz mas adaptada al empleo de microfisureros tipo off-sets o brass,
con la ventaja de no tener que poner un clavo de nuevo. Una vez que
el clavo se halle flojo no bastará con quitarlo con los dedos. Si el clavo
se ha retorcido dentro de la roca y está en una posición de tira y afloja
podemos emplear una cadena de mosquetones. Tal cadena consistirá
en una serie de aproximadamente 6 o 8 mosquetones que uniremos al
martillo en un extremo y al clavo en el otro. A continuación daremos un
tirón en seco con el fin de arrancar el clavo de la pared. Debemos de
tener la precaución de apartar la cara de los mosquetones, pues una
vez que el clavo se sale éste suele hacerlo de manera explosiva.
Otra opción es emplear un cordino estático o cable de acero con el
mismo propósito que el de la cadena de mosquetones. Con el empleo
de un mosquetón viejo ataremos un extremo del cordino al clavo y el
otro a la maza. Mediante el empleo de un golpe seco realizamos la misma
maniobra que la empleada con la cadena de mosquetones.
Los plomos los retiraremos con mas suavidad, con el fin de evitar
dejar trozos de plomo pegados en la pared. Es posible emplear un clavo
para retirar el plomo, utilizándolo a modo de cincel y golpeando el
plomo de abajo hacia arriba. Si tiramos del cable corremos el riesgo de
quedarnos con éste en la mano y el plomo en la roca.
Los copperheads son, si no difíciles, casi imposibles de retirar sin
producir demasiado daño en el material y la roca. A veces es mejor dejarlos
solos en la pared pero si hemos de retirarlos podemos emplear la
misma técnica empleada con los plomos.
En la foto 13 observamos la extracción de un clavo mediante el
uso de una cadena de mosquetones.
En la foto 14 observamos como en una fisura en la cual colocamos
un clavo hoy en dia es posible protegerla con un fisurero
mecánico tipo BallNutz, realizando así una escalada mas limpia.
Hemos presentado un ejemplo de materiales los cuales podemos
introducir en la pared mediante el empleo del martillo.
Hace años pensé que la era del martillo había terminado, debido
ello al aumento y evolución de material de escalada en pared y escalada
artificial. Estaba equivocado. El martillo todavía tiene mucho uso, y
gracias a él la aventura otra vez se haya al alcance de nuestras manos.